domingo, 19 de enero de 2014

1

-          Te voy a matar. Pero eso tu ya lo sabes, ¿verdad?
Un grito desgarrador sonó a lo largo de toda la habitación, y una mujer se despertó sobresaltada.
-          ¿José Manuel?- inquirió ella, mirando a su lado, buscando a su marido con la mirada. Éste respiraba entrecordtaamente, empapado en sudor. - ¿Estás bien?
-          Estoy bien. – respondió él, tajante.
-          ¿Estás seguro?
-          ¡Estoy bien, dije!- exclamó él, furioso, y volvió a taparse cn las sábanas, dispuesto a quedarse dormido y hacer como si nada hubiera sucedido.
Pero en el fondo, José Manuel sabía que en realidad había sucedido algo, aquella noche y muchas anteriores. Había vuelto a tener pesadillas, como un niño pequeño al que deben consolar. Pero él no era un niño pequeño, no era alguien que debiera de tener miedo; él no podía tener miedo.
-          Me van a matar. – masculló ente dientes.
-          ¿Seguro que estás bien? – inquirió su mujer.
-          ¡Que estoy bien! – repuso él, y ella no respondió.

 Seguramente, lo tomaba por una pesadilla más, sin motivo aparente, pero él sabía que en el fondo, todos esos sueños revelaban en parte una verdad que sonaba aterradora. Iba a morir, a pagar por lo que había hecho, sin tiempo para pedir perdón. Porque jamás iba a arrepentirse.